Día 12: Eran las 5 de la mañana cuando el iman de la mezquita de Gili Trawangan comenzó sus cánticos. Estaba pegado a mi hotel, pero además tenía un gran altavoz, para llegar mejor a despertar a todo el mundo. Y me desvelé, claro. Y empecé a pensar en las cosas que hacemos a veces para molestar porque estamos molestos, a enfadar porque estamos enfadados, proyectamos todo el tiempo. Y en el fondo no queremos eso, queremos una vida bonita con relaciones bonitas y sueños cumplidos, para lo cual igual hay que empezar a cambiar cosas y dar eso que queremos nada más, y no sólo esperar que cambien los demás y las circunstancias. Y si no funciona, ir a dar a otra parte. Dejar de relegar el empezar a ser feliz y pensar que eso llegará cuando tenga tal cosa o pase no sé qué. Dicen que la felicidad es un camino, bien podría ser un viaje. Creo que, de las cosas que más feliz me hacen, una de las primeras es viajar. Mis hijas o el amor cuando está bien van primero, la cultura a la par. Recuerdo ahora, vaya horas para recordar y escribir, que una señora me echó las cartas hace dos años, en Santander, y me dijo que escribiría un libro y que los viajes me harían estallar y brillar, que me cambiarían la vida. Y mira, ni creo ni dejo de creer, pero ha pasado, está pasando…
Esto se acaba y yo quiero ser como el junco, flexible ante el viento y adaptarme bien a lo que llegue. Hoy he seguido relajada, he ido a Kuta, pese a no ser la zona que más me apetecía, por ser demasiado turística, pero estaba cerca del aeropuerto para mañana. Es un asco, totalmente llena de borrachos y cutre, evitarla en lo posible! Mucho mejor Seminyak, que es cerca y tiene otro estilo.
No hago nada en especial estos días, pensar y observar. Que no es poco. Aunque hoy si pasé algo de miedo volviendo al hotel, sin batería en el móvil y por calles oscuras, pero ha sido un rato y me he ido hablando tranquilizándome. El miedo suele ser infundado, no ha sido tan terrible pero luego me he preguntado que porqué no me he cogido un taxi..
Mañana es un día de transición y me preparo mentalmente para eso, con ganas ya de volver a mi día a día.
Si Yogyakarta se me hizo duro, Bali ha sido mi remanso de paz (quitando hoy)
Para las que dudéis por presupuesto, deciros que por libre no sale tan caro, el billete es lo más costoso, luego tienes opciones muy económicas, podría haberlo hecho controlándome más por unos 1600 euros. Os recomiendo Seminyak como primer alojamiento en el sur, para ver templos y disfrutar de su ambiente y su playa sin ser turismo del tipo de Kuta.
Después, sin falta, Ubud, donde todo es auténtico si te sales del centro, más turístico, pero también allí está lleno de restaurantes y bares de música en directo que merecen la pena.
Y, por último, Gili, para descansar y desconectar de verdad, aunque la fiesta y los chiringuitos en la playa no te van a faltar.
Lo peor de viajar sola ha sido la movilidad, no he visto muchos autobuses así que he tenido que pagar sola transportes en coche, pero lo demás me ha parecido fácil, no me he perdido nunca gracias al maps.me y a tener un cargador extra del movil.
Es importante comprarse en el aeropuerto al llegar una tarjeta del país para el teléfono, eso también te salva de apuros. Y la linterna, por favor, que la he echado de menos.
También llevar un antifaz, me ha dejado dormir en cualquier sitio fácilmente o a veces simplemente aislarme en un ferry.
Me he divertido haciéndome fotos a mi misma, con el disparador, como nos aconsejaba Carmen Moreno en sus post para Viajo sola, y con el móvil y el gachetobrazo (paso del palito) porque no quería no tener recuerdos de este viaje donde saliera yo y porque creo en el poder curativo de los autorretratos. Y seguramente necesitaba curar cosas.
Virginia Woolf pensaba que una mujer necesitaba una habitación propia, como símbolo de independencia económica y personal, para poder ser ella misma y ser libre.
Sin poner en duda eso, la necesidad vital de un espacio donde serlo, donde más libre me siento yo es cuando no tengo espacio fijo. Cuando puedo moverme a mi antojo. Si me aburro de algo, irme, y si me gusta, alargarlo. Viajar sola es un poco eso. Adaptarte a tu placer nada más. Hay que ser más disfrutonas!!