Día 6: En Bali dicen que quien no trabaja para el turismo o en arrozales, es artista. Aunque yo añadiría que son obreros de la construcción también. Bali está llena de obras, me llama la atención, es un símbolo de cierta prosperidad. Sobre todo hacen casas. Lógico, yo también querría una casa en Bali.Pero hay sobre todo una dedicación por el arte y la artesanía que me conmueve. Lo hacen con cariño, cuidándolo. Pero lo venden lanzándolo, una vez más se cumple lo que pienso de que los artistas no se saben vender, me han llegado a ofrecer algo a un precio y, al ver que me iba, hacerme una rebaja del 70%!!! Les he dicho que eso era una locura y se han reído como única respuesta.
Hoy he hecho una ruta de Seminyak a Ubud parando en diferentes pueblos, cada uno de ellos especializados en un tipo de artesanía. Todo demasiado enfocado al turismo para mi gusto.

Las tiendas en Bali son una pasada. Me muero por los muebles y la ropa pero he aprendido a ser comedida con el tiempo, antes malgastaba. Cuba fue un antes y un después en mi consumismo. También en mi comunismo, todo sea dicho. Pero si me he comprado algo que hacia mucho quería, un atrapasueños. Las tiendas en Seminyak, en concreto, son una tentación continúa. No son nada baratas, los precios son casi como en España, pero cuando encuentres algún puesto regatea! Yo me lo paso pipa, pero a veces me da pena y yo misma les subo el precio que están dispuestos a aceptar. A veces hablas de menos de un euro de diferencia y da hasta vergüenza aceptarlo.

Lo que más me ha sorprendido hoy no han sido las terrazas de arrozales de Tegalalang, super turísticas, sino el Templo de Tirta Empul (arroyo claro como el cristal) donde peregrinan para purificarse.

Las leyendas dicen que este templo fue realizado por Indra cuando atravesó la tierra para crear un elixir de la inmortalidad. Así, las aguas de manantial se cree que tienen poderes mágicos curativos. Me encantan estas historias.
Mañana más, hoy creo que ya he sido muy diurna y voy a salir un poco.