Entre todas las mujeres que viajan solas y me van escribiendo, voy confirmando ideas que ya tenía, por vivirlas en carne propia.
La pregunta de porqué una mujer viaja sola es recurrente, a veces se verbaliza y otras simplemente se piensa. La primera idea es porque no tienes con quien hacerlo, puede que no tengas pareja, que tus amigas no puedan o quieran, que no encuentres personas que quieran viajar de la manera que tú quieres.

Suele ser común que pasen por una ruptura o una idea de ruptura mientras viajan, que el irse sea una forma de mirar de lejos lo que pasa, coger perspectiva. No vamos a negar que eso sucede, pero hay más razones, mucho menos evidentes.
Si algo caracteriza a las mujeres que viajan solas que voy conociendo es una gran independencia, rara vez son de viajes organizados. Precisamente porque valoran la libertad, el poder hacer lo que quieran cuando quieran.
Uno de los motivos que más repiten las mujeres que llevo entrevistadas es que viajan solas para hacer lo que les da la gana y no depender de nadie, porque les gusta parar a mirar la vida pasar el tiempo que quieran, o escribir, leer.. Siempre me pregunto si no es posible hacer esto también acompañada pero dejando espacios para cada uno, pero la verdad es que cuando he viajado acompañada y he pedido momentos sola, poca gente los ha entendido. En eso siempre admiro las parejas que conozco, muy pocas, que viajando saben separarse unas horas y hacer cada uno lo que quiera para luego compartirlo.
Algunas mujeres siguen viajando solas una vez tienen pareja, pero hay que reconocer que son las menos, las más independientes y que de verdad sus motivos para hacerlo no son estar sola, sino sentirse libre, vivir las cosas de manera más personal…y, desde luego, menos aún viajan solas al ser madre. Como yo lo soy y he empezado a viajar sola más al divorciarme me sorprende un poco esto. Nunca había necesitado tanto momentos para mi!
Al final, viajamos solas porque no aceptamos quedarnos en casa paradas si no tenemos compañía, ese enfrentar la realidad a veces puede ser doloroso pero lo llevas hasta el final, y una vez vencido ese miedo el resto siempre merece la pena.
Recuerdo que mi amiga Carmen Hache (a quien os recomiendo visitar) me llevó al aeropuerto en mi viaje a California este verano y yo le decía que iba medio encabronada por ir sola, que en ese momento no era lo que más me apetecía, pero sabía que tenía que hacerlo, y así fue. Una vez superado ese paso inicial, el resto me compensó con creces, me lo pasé genial, descubrí muchas cosas de mí misma, crecí a todos los niveles, reencontré gente a la que quiero, miré, escuché y olí todo lo nuevo con las ganas de la curiosidad. Porque si viajamos solas es por eso al final, porque somos curiosas.
