Cuando hice un llamamiento, a través de redes sociales, buscando mujeres que viajaran solas, no esperaba la repercusión que encontré en dos días. La cantidad de personas que lo compartieron, a través de Instagram, Facebook y Twiter, hicieron que 50 mujeres me escribieran en ese tiempo.

Leer sus motivaciones, sus preocupaciones y satisfacciones, me ha dado mucha más fuerza para querer hacer llegar sus experiencias a otras.

Porque las mujeres que viajan solas también necesitan sentirse acompañadas, saber que no están solas realmente, que muchas otras tienen esas mismas motivaciones.

Algunas lo hacen por decepciones sentimentales, por no tener con quien viajar de la manera que les gustaría..pero otras son simplemente mujeres independientes, que necesitan asumir retos, moverse con libertad y sobrepasar sus límites.

El mundo puede ser un lugar a veces huraño y peligroso para una mujer, no vamos a negarlo, pero también a veces es un sitio amable, maravilloso, que está deseando llenarte de regalos, en forma de experiencias y personas.

Todas estas mujeres que os presentaré poco a poco, son para mí un ejemplo de vida. Y para ilustrarlo, os dejo con Rikki Koebler y Ulrike Koehler, dos compañeras de viaje que en el Copenhague Downtown Hostel me demostraron que la complicidad entre mujeres no tiene límites de idioma ni de distancias, que a veces tres extrañas que estábamos solas pueden convertirse en perfectas compañeras de viaje y un desayuno alargarse hasta la comida.

Porque viajar sola no significa estar sola, sabéis?